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Crisis del coronavirus: ¿Lo peor emergencia sanitaria esta por venir?

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EL PERIÓDICO

Desde que las autoridades chinas informaron a la OMS del primer caso del coronavirus el 31 de diciembre, el número de afectados no para de crecer y ya se han detectado incidencias en unos 25 países a nivel mundial.

Hasta la fecha, la tasa de mortalidad es todavía inferior a la del SARS, que tanta conmoción causó en la comunidad internacional hace 17 años. Sin embargo, un elemento importante es el largo periodo de incubación del virus, que puede llegar a las dos semanas, lo que permite que pueda ser transmitido por personas que no presentan síntomas y dificulta su detección temprana. Por eso, medir el impacto económico del coronavirus se antoja difícil a día de hoy, dado que la situación aún está en pleno desarrollo y persiste la incertidumbre sobre cuánto durará la crisis y si serán efectivas o no las medidas aplicadas por el Gobierno chino.

Según indicó el diario EL PAÍS, para frenar la expansión del virus, las autoridades chinas han aplicado una serie de medidas drásticas que suponen la restricción severa de la vida social del país y, sobre todo, de Wuhan y las ciudades próximas en la provincia de Hubei.

Y el hecho es que, a pesar de todos estos esfuerzos, no sabemos todavía si lo peor está por llegar. En ausencia de datos contrastados, nuestro único punto de partida es utilizar las afecciones económicas del SARS como guía del potencial impacto. Pero teniendo en cuenta que la complejidad de la economía china y su integración en la sociedad global no son comparables en la situación actual con la de hace casi 20 años.

Es por ello por lo que encontramos varias razones para argumentar que nos podríamos enfrentar a un shock económico más grave y con mayor tasa de contagio a los mercados internacionales que el que generó la gripe aviar. Para empezar, el sector servicios ahora es una parte más grande de la economía china, situándose en el 54% del total frente al 42% de entonces. Además, al inicio de la epidemia del coronavirus, China se encontraba en medio de una fase de desa­celeración, lo que contrasta con 2003 cuando acababa de ingresar en la OMC y se encontraba en pleno camino de su industrialización y globalización.

El SARS alcanzó su apogeo entre marzo y mayo de 2003, lo que hizo que el transporte de pasajeros cayera más de un 40% en mayo y un 22% en junio, mientras que el crecimiento de las ventas minoristas se desplomó en el segundo trimestre de aquel año más de seis puntos porcentuales, el sector transporte se contrajo en más de cinco puntos (en comparativa intertrimestral) y los sectores financieros y de alimentación sufrieron sendos retrocesos del 3,6%.

En el escenario más benigno, el brote podría controlarse y reducirse en las próximas semanas de igual forma que sucedió con la anterior pandemia de origen chino. Esto, unido al estímulo político y el repunte de la demanda, limitaría el impacto negativo del virus en el PIB del primer trimestre de este año y ayudaría a su recuperación posterior.

Por otro lado, de sucederse una resolución más lenta de la afección vírica, la recesión económica se alargaría los seis primeros meses de 2020, lo que desembocaría en un crecimiento anual por debajo del 5%, frente al 5,8% que se esperaba inicialmente. Un tercer escenario potencial es que el virus escape de control, ayudado por el riesgo de que existan focos ocultos de contagio.

En conclusión, todavía hay demasiadas incógnitas como para dilucidar con certeza el resultado final de la crisis. Sin embargo, uno de los efectos que ya está provocando el coronavirus es la dificultad añadida que tendrá ahora Pekín para cumplir con los términos acordados en la tregua comercial con Washington.

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