Cuando escuchamos por primera vez sobre Salma Hayek, nuestro radar se activó de inmediato. Se ha inspirado en su cuerpo, así como en sus llamativas curvas y bíceps de acero en la alfombra roja de Time100.
Pero eso no es todo, como dicen. Ha compartido un sexy baile, que finalmente tuvo que pixelar para subir a Instagram, y también muestra parte de su rutina de belleza mientras Penélope Cruz está presente.
Ambas cosas lo han hecho más obvio cuando ella se mueve, indicando a las personas que salten. Incluso cuando Salma Hayek decide mencionar casualmente cuántas canas tiene en su cabello y cuántas arrugas tiene en su rostro después de haberse despertado.
Un mensaje que parece ser comunicado de forma casual llama la atención sobre los signos impredecibles del envejecimiento y destaca las formas en que se hace visible el proceso de envejecimiento del cuerpo.
Algunas personas acaban apareciendo en mayor o menor medida, independientemente de cuántas personas aplaudan tus movimientos o los de ellos. Y es justamente esa naturalidad, esa falta de ganas de “tapar” o “disfrazar” esas marcas que la sociedad nos ha enseñado a las mujeres desde muy jóvenes debemos disimular porque típicamente se asocian al envejecimiento.
En el caso de las mujeres en Hollywood (como en otras profesiones), esta estadística típicamente denota una disminución en el número de roles disponibles para la interpretación. Un hecho que varias actrices han destacado.
Después de todo, todavía se cree ampliamente que teñirse el cabello es una buena manera de cubrir las canas y que preguntarle a una mujer aparentemente mayor su edad puede parecer grosero. También se cree que preguntarle a un hombre su edad no es interesante porque a los hombres no les importan esas cosas.
“Pensé que envejecer significaba que no iba a trabajar, pero estoy trabajando”, matizó hace semanas Salma Hayek a la revista Glamour. “Todavía estoy aquí. Intentaron deshacerse de mí de mil maneras, pero estoy aquí”, sentenció.
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