José Gabriel Ceballos, un narrador genial que recoge aquí una síntesis de lo mejor de su obra

Otra versión de Buenavista, el cosmos cerrado de un autor genial

En el día de la diversidad cultural, la obra de un autor de la mesopotamia argentina, que logra desde la aldea un cuadro universal. Un libro de cuentos que se convierte en el mejor vehículo para desnudar las pasiones, obsesiones, aspiraciones humanas y la maravilla y el horror de sus efectos.
domingo 12 de octubre de 2025

Con El poeta del odio, José Gabriel Ceballos confirma su condición de narrador total: un autor capaz de convertir el territorio provincial en tragedia universal. Este libro de cuentos —que da nombre a uno de sus relatos más memorables— construye una geografía moral, un mundo cerrado y autosuficiente llamado Buenavista, donde la fe, el arte, el deseo y la culpa se confunden en una misma respiración. Heredero del realismo mágico rioplatense, Ceballos forja un universo propio que, como el Macondo de García Márquez, trasciende el espacio y se vuelve una condición del alma.

Los cuentos continúan el proyecto del autor de convertir a Buenavista en un microcosmos moral. En ese territorio imaginario, la superstición, el erotismo y la fe se entrelazan para revelar el drama esencial de la humanidad. Cada historia —desde “De los trágicos caminos del arte” hasta “De los poderes de Onán”— participa de una misma cartografía simbólica donde los personajes viven atrapados entre el deseo, la culpa y su destino. En “Beneficios de la democracia”, una fábula política en tono de comedia negra, una elección provincial termina en empate y el voto de Buenavista se vuelve decisivo. Los candidatos, desesperados, compran al pueblo con dádivas; los vecinos, encantados, prolongan su indecisión para seguir recibiendo. Ceballos retrata con ironía feroz la corrupción colectiva: la democracia convertida en carnaval moral.

En “De los trágicos caminos del arte”, el exconvicto Herminio Paredes transforma su talento pictórico en delirio homicida: asesina para “dar fuerza” a su obra. El arte, símbolo de redención, se vuelve instrumento del mal, y la creación, una forma de destrucción. El deseo, en cambio, es protagonista de “Un fantasma voyeur”, donde un difunto regresa para espiar a su viuda y el nuevo esposo. La sexualidad se convierte en castigo y la culpa en expiación imposible: en Buenavista, el placer nunca se ofrece sin la factura del dolor. El relato que da título al libro, “El poeta del odio”, condensa la tragedia del artista. Véspero Trinidad, un humilde cartero que gana un premio nacional de poesía, vuelve al pueblo esperando reconocimiento y encuentra desprecio. Su rencor lo consume hasta destruirlo: el odio se convierte en destino metafísico. Buenavista es, por momentos, la patria del resentimiento y la frustración.

En “Lutero Pedrozo, taxista”, Ceballos explora la obsesión del trabajo como forma de fe. Pedrozo ama su taxi con devoción religiosa hasta rozar la locura; su pureza se convierte en delirio, en una parábola sobre la frontera entre vocación y demencia. “Curiosa historia de sexo y salvación” contrapone la muerte y el deseo: un anciano lee las cartas eróticas de la Colorada Viterbo para espantar su miedo al final. El erotismo se vuelve redención profana, y el cuerpo, aun decadente, última forma de resistencia contra la nada. El ciclo se cierra con “De los poderes de Onán”, donde un viudo, atormentado por la lujuria ajena hacia su esposa muerta, acaba suicidándose. El cuento funde religión, deseo y horror metafísico en una parábola sobre la imposibilidad de la pureza.

Ceballos completa su trilogía temática con “De los trágicos caminos del amor” y “De los trágicos caminos de la fe”. En el primero, un funcionario viudo se enamora de una joven y se hunde en un círculo de dependencia que lo arrastra a la locura: el amor como abismo y autodestrucción. En el segundo, la obsesión por la pureza espiritual lleva a un devoto al delirio místico, mostrando cómo la fe, cuando se absolutiza, se vuelve su contrario. En ambos relatos, el exceso —de sentimiento o de creencia— termina siendo una forma de ruina.

Pese a la oscuridad de sus temas, Ceballos mantiene una mirada compasiva. Observa a sus criaturas —culpables, devotas, lujuriosas, obsesivas— con una ironía tierna, convencido de que el mal no es más que otra forma del desamparo. Esa mezcla de piedad y sarcasmo le permite humanizar incluso lo monstruoso, revelar en cada pecado un deseo de belleza o redención. La prosa, precisa y cruel, convierte lo cotidiano en mito y lo grotesco en verdad poética.

El poeta del odio puede leerse como una Biblia profana del alma argentina interior: supersticiosa, sensual y trágica. Buenavista, como Macondo, es un universo autosuficiente; pero si aquel era el territorio de la memoria, éste es el de la culpa. En ese espacio moral donde lo sagrado y lo obsceno se confunden, la literatura aparece como la única forma posible de redención: el milagro oscuro del pecado convertido en arte.

 

 

Otra versión de Buenavista, el cosmos cerrado de un autor genial
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