Washington Post revela presiones de Bukele a EEUU para repatriar líderes de la MS-13 que podrían incriminarlo

El diario estadounidense The Washington Post publicó una investigación que apunta directamente al presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Según el reportaje, el mandatario está presionando a Estados Unidos para que deporten a nueve líderes de la pandilla MS-13, ya que algunos de ellos poseen evidencias que podrían involucrarlo en pactos ilegales con estas organizaciones criminales.
Uno de ellos ya fue trasladado: César López Larios, quien llegó al centro penitenciario de alta seguridad CECOT en marzo. El traslado se habría realizado a petición de Bukele y con el respaldo del entonces senador republicano Marco Rubio, antes de que un tribunal federal pudiera detener la operación.
El reportaje cita a fiscales, diplomáticos y exfuncionarios norteamericanos. De acuerdo con sus testimonios, al menos tres de los nueve líderes pandilleros se volvieron informantes del gobierno de EE.UU. y entregaron antecedentes sensibles sobre supuestos acuerdos entre el gobierno de Bukele y la MS-13 para reducir homicidios a cambio de beneficios carcelarios y políticos.
Por esta razón, su deportación podría poner en riesgo sus vidas y destruir investigaciones federales en curso.
Todo comenzó en febrero, cuando EE.UU. aceptó enviar a El Salvador inmigrantes con condenas penales a CECOT, a cambio de US$4,6 millones. Pero, según The Washington Post, Bukele puso una condición adicional: quería también a nueve altos mandos de la MS-13 presos en cárceles estadounidenses.
El problema es que varios de ellos poseerían grabaciones, fotos y documentos que probarían negociaciones entre emisarios del gobierno salvadoreño y pandillas, incluyendo al menos dos figuras de confianza del mandatario:
- Carlos Marroquín, director de Reconstrucción del Tejido Social.
- Osiris Luna, director de Centros Penales.
Exagentes del FBI, del Departamento de Estado y del Departamento de Seguridad Nacional dijeron al periódico que entregar a esos pandilleros a Bukele significaría enterrar pruebas clave y poner en peligro a informantes estadounidenses.
“¿Quién volverá a confiar en nosotros si entregamos a criminales que colaboraron contra la MS-13?”
– Douglas Farah, exasesor del gobierno de EE.UU.
Otros creen que ya nadie se atreve a investigar a Bukele, porque existe una supuesta “línea directa con la Casa Blanca” y temor a las consecuencias diplomáticas.