Patricia Maldonado reafirma su total pinochetismo: "Me voy a morir siéndolo"

Una defensa sin matices, cargada de memoria personal y confrontación política directa: así se mostró Patricia Maldonado en una entrevista reciente, donde volvió a declarar abiertamente su admiración por Augusto Pinochet, pese al costo histórico y político que esa postura representa en Chile.
En conversación con el medio Only Fama, Maldonado despejó cualquier duda: su visión política permanece intacta, anclada a una narrativa personal que remite a los años de la Unidad Popular. "Soy pinochetista y me voy a morir siéndolo", sentenció, con el tono desafiante que ha definido buena parte de su carrera pública.
Una postura forjada en la precariedad
Maldonado apeló a su biografía como fundamento de su adhesión al régimen militar. En su relato, la escasez de alimentos, las largas filas y la incertidumbre cotidiana durante el gobierno de Salvador Allende marcaron su vida y determinaron su posición política. “Nos levantábamos a las cuatro de la mañana por un kilo de pan”, recordó, haciendo alusión a su infancia en el Barrio Pila de Estación Central, un contraste que subrayó en oposición a comunas como Providencia o Vitacura.
La ex panelista de televisión evitó centrarse en la ideología o en las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Su argumento es emocional: la supervivencia personal frente a un Estado que, según ella, no respondía a las necesidades básicas. "Todo tiene un precio", dijo. Un precio que, en su caso, justificó su apoyo al régimen de Pinochet, al que consideró una respuesta a una crisis insostenible.
Crítica a la política “camaleónica”
Maldonado no se limitó a repasar el pasado. También apuntó contra lo que considera una “blandura” de ciertos actores políticos contemporáneos. Según la cantante, muchos moderan su discurso por cálculo electoral, abandonando principios en pos de cargos o popularidad. En contraste, se presentó como una figura coherente, aunque polémica, que no renuncia a sus convicciones por conveniencia.
Esa coherencia, según su propia lectura, explicaría la conexión persistente que mantiene con un segmento del público chileno, a pesar del rechazo generalizado hacia el pinochetismo en buena parte de la sociedad y del mundo político.
Una declaración que revive divisiones
Las palabras de Patricia Maldonado reavivan una grieta histórica que aún persiste en Chile. A más de 30 años del fin de la dictadura, su postura desafía el consenso social en torno a las violaciones de derechos humanos ocurridas entre 1973 y 1990. En un país donde la memoria sigue siendo un campo de disputa, su declaración no solo es polémica: es una provocación consciente.
Y sin embargo, también es un recordatorio de que el trauma del pasado sigue presente, vivo en relatos individuales que, como el de Maldonado, rechazan una visión hegemónica del pasado reciente.