Operación Orión 3: Cae red invisible de explotación sexual infantil en Chile

La PDI detuvo a 102 personas y rescató a 20 menores en un operativo nacional contra la explotación sexual infantil. El caso revela la complejidad de un delito que se esconde a plena vista.
domingo 04 de mayo de 2025

Con más de 100 detenidos, 20 menores rescatados y más de 200 allanamientos en todo el país, la Operación Orión 3 expuso la magnitud y el alcance de las redes de explotación sexual infantil en Chile. Detrás de los datos, hay una verdad más inquietante: los abusadores no siempre están lejos. A veces, son parte del entorno más cercano.

La tercera versión de la llamada Operación Orión, ejecutada por la Policía de Investigaciones (PDI) en coordinación con el Ministerio Público, se convirtió en uno de los mayores golpes a las redes de pornografía infantil jamás registrados en el país.

Los operativos se realizaron de forma simultánea en múltiples regiones —entre ellas la Metropolitana, Valparaíso, Biobío y Antofagasta— y dieron como resultado la detención de 102 personas vinculadas a delitos de abuso y explotación sexual infantil, además del rescate de 20 menores, algunos de ellos en condiciones de vulnerabilidad extrema.

Pero más allá de las cifras, lo que revela esta operación es la aparente normalidad de los involucrados: profesionales, trabajadores comunes, incluso exfuncionarios de fuerzas de orden y psicólogos. “Muchos de los involucrados podrían pasar desapercibidos en cualquier entorno: vecinos, compañeros de trabajo, incluso familiares”, explicó Maximiliano McNamara, jefe nacional de Cibercrimen de la PDI, apuntando a un patrón de criminalidad que se camufla con facilidad dentro del tejido social.

Durante los allanamientos, las autoridades incautaron material de pornografía infantil almacenado en varios terabytes, gran parte del cual habría sido generado y distribuido por los propios detenidos, en conexión con redes internacionales. La magnitud del delito implicó también la colaboración de organismos como Interpol y Europol, lo que da cuenta de la naturaleza transnacional del fenómeno.

Entre las víctimas había adolescentes, niños pequeños e incluso bebés, una dimensión particularmente perturbadora del caso. “Nuestro objetivo principal fue identificar a las víctimas y alejarlas de esos entornos de abuso”, subrayó McNamara.

La Operación Orión 3 vuelve a poner sobre la mesa una discusión urgente: ¿están las instituciones preparadas para enfrentar un fenómeno que evoluciona con la tecnología, que se mueve en la oscuridad de la red, y que —a diferencia del estereotipo clásico del agresor muchas veces se esconde tras rostros cotidianos?

Lo que parece claro es que este operativo no será el último. Mientras existan redes digitales que amparen la explotación, la vigilancia deberá ser constante. Pero además, se requiere una reflexión social más profunda: ¿cómo proteger de verdad a la infancia si los depredadores ya no son ajenos, sino parte de nuestras comunidades?

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