El futuro que nos espera en la relación con los bancos y las entidades de crédito
Open Banking a todo motor en Chile
Open Banking en Chile: Evoluciones, desafíos y oportunidades
Durante los últimos meses, se ha dado pasos significativos hacia la consolidación de un ecosistema de finanzas abiertas. Lo que comenzó como un debate regulatorio hoy avanza hacia la implementación de un modelo en el que bancos, fintechs y usuarios se conectan de manera más ágil, segura y transparente.
Avances regulatorios y normativos
En julio de 2024, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) publicó el reglamento que da vida al Sistema de Finanzas Abiertas (SFA). Esta normativa obliga a bancos, emisores de tarjetas, aseguradoras y cooperativas fiscalizadas a compartir datos con terceros autorizados, siempre bajo el consentimiento expreso del cliente. La implementación será gradual, de acuerdo con el tipo de institución.
La base legal de este proceso es la Ley Fintech, que amplió el marco regulatorio del sistema financiero chileno para incorporar oficialmente el concepto de Open Finance.
Tal como señaló la presidenta de la Comisión para el Mercado Financiero:
“Este marco busca generar confianza en los usuarios, abrir espacios de innovación y, al mismo tiempo, resguardar la estabilidad del sistema financiero.”
Bancos y fintechs se adelantan
Más allá de las exigencias regulatorias, algunos actores ya están moviéndose. El Banco BICE, por ejemplo, lanzó BICE Connect, una plataforma de APIs que facilita la integración con fintechs. A su vez, startups locales han comenzado a ofrecer servicios de agregación de cuentas, comparación de productos y scoring crediticio basado en datos alternativos.
Este adelanto voluntario refleja un interés creciente en que el open banking no sea solo una obligación, sino una oportunidad competitiva. En palabras de un socio de una consultora internacional especializada en servicios financieros:
“El Open Finance permitirá que los usuarios accedan a productos mejor diseñados para sus necesidades, a la vez que los bancos y fintechs podrán explorar modelos de negocio que antes eran inviables.”
Ejemplos de impacto: Pymes y factoring
Un sector particularmente beneficiado podría ser el de las pymes. Gracias al acceso a datos financieros más completos y actualizados, las pequeñas empresas podrán mejorar su perfil de riesgo y acceder a créditos en condiciones más competitivas.
En el área del factoring, el acceso a información en tiempo real permitirá validar facturas de manera más eficiente, reduciendo el riesgo de fraude y acelerando los procesos de financiamiento. Una pyme que hoy debe esperar semanas para validar su historial de pago podría, en un escenario de Open Banking, obtener financiamiento casi inmediato.
Testimonio desde una pyme
Desde la perspectiva de los usuarios, la expectativa también es alta. El gerente de una pyme tecnológica en Santiago lo resume así:
“Hoy tenemos que enviar carpetas de estados financieros a distintos bancos cada vez que pedimos crédito. Con el Open Banking, esperamos que esa información fluya automáticamente y podamos acceder a financiamiento en días, no en semanas. Para nosotros significa más tiempo enfocado en crecer y menos en papeleo.”
Testimonio desde la banca
El sector bancario también ve la oportunidad de evolucionar. Un ejecutivo de innovación en un banco chileno de gran tamaño comenta:
“Estamos trabajando para que la apertura de datos no solo cumpla con lo que exige la regulación, sino que genere valor real. Queremos que el cliente perciba servicios más personalizados y que la banca sea vista como un aliado estratégico, no solo como un proveedor de crédito.”
Testimonio desde una fintech
Por su parte, las fintechs observan un terreno fértil para ampliar sus soluciones. La fundadora de una startup de finanzas personales lo plantea así:
“Nuestro objetivo es que cualquier persona pueda comparar productos financieros en segundos y elegir el que más le conviene. El Open Banking nos permitirá integrar información de múltiples bancos de forma segura y confiable, algo que hasta ahora era imposible.”
A pesar del optimismo, el avance enfrenta varios desafíos críticos:
Interoperabilidad: es fundamental estandarizar APIs y formatos de datos entre los diversos actores del ecosistema para evitar silos de información y facilitar la colaboración.
Seguridad y privacidad: debe garantizarse el uso legítimo de los datos mediante cifrado, controles de acceso, anonimización y auditorías, en cumplimiento de las normativas vigentes.
Educación financiera: es necesario reducir la brecha digital que afecta especialmente a adultos mayores y sectores vulnerables, mediante formación accesible y apoyo en el uso de herramientas financieras.
Confianza del consumidor: sólo cuando los usuarios perciban beneficios claros y tengan control sobre sus datos (transparencia, reversibilidad de permisos) se animarán a compartirlos.
Inclusión financiera real: los avances deben llegar también a quienes hoy están excluidos del sistema tradicional, mediante productos de bajo costo, canales alternativos y adaptados al contexto local.
El futuro inmediato
La CMF ha ajustado plazos de implementación para evitar exclusiones. Un ejemplo reciente fue la postergación de la eliminación de las tarjetas de coordenadas como mecanismo de autenticación: una medida pensada para robustecer la seguridad, pero que, por la brecha digital, se decidió diferir un año más.
En paralelo, tecnologías como la inteligencia artificial y la blockchain se perfilan como aliados estratégicos del open banking: desde la personalización de productos hasta la prevención de fraudes, pasando por trazabilidad de datos y procesos más seguros.
En suma, Chile se encuentra en un momento crucial: el Open Banking dejó de ser una promesa futura para convertirse en una realidad en construcción. Los próximos meses serán decisivos para que las normas se traduzcan en innovación concreta y beneficios palpables para ciudadanos y empresas.
El desafío está en lograr un equilibrio entre apertura e inclusión: que la transformación financiera no solo modernice a los bancos y fintechs, sino que también llegue a pymes, trabajadores informales, adultos mayores y comunidades con menos acceso digital.