Desafíos de la IA leídos a la luz de un clásico como "1984" de George Orwell y "Nexus" de Harari
El control de la información: de "1984" a "Nexus"

Dos voces distintas del pensamiento contemporáneo convergen en una misma pregunta: ¿quién moldea la realidad compartida y cómo circula el poder simbólico? 1984 de George Orwell y Nexus de Yuval Noah Harari ofrecen una mirada común hacia la narrativa como forma de control y cohesión social.
Orwell imagina un Estado omnipresente que reescribe la historia, vigila cada gesto y somete el lenguaje a su voluntad. Harari, por su parte, analiza cómo los mitos compartidos (monedas, instituciones, creencias) se traducen en estructuras efectivas gracias a relatos simbólicos. En ambas obras, la información no refleja la realidad: la crea, la regula y la articula.
La tecnología aparece como protagonista: en 1984 es una herramienta palpable de opresión; en Nexus, una red simbólica capaz de volverse autoritaria si carece de brújula ética. Desde esa dualidad aparece la voz de un especialista en la industria del software, el CEO de N5, al hablar del papel humano frente a la IA:
“La IA democratizará la empatía en los servicios financieros”, y anticipa el surgimiento del rol del “comandante de inteligencia artificial”, aquel que combina tecnología, confianza y calidez humana.
Esa observación funciona como bisagra: une el dramatismo literario de Orwell con el diagnóstico filosófico de Harari. No es cuestión de desplegar sistemas inteligentes, sino de administrarlos desde un propósito humano consciente, con empatía y sentido.
Verdades moldeadas, ficciones compartidas
En 1984, una mentira repetida se convierte en norma social: se edita el pasado, se borra un documento y nadie cuestiona. Harari sostiene que instituciones como la economía solo operan mientras haya un pacto simbólico colectivo. Ambas posturas convergen en una certeza: el poder no reside exclusivamente en la fuerza, sino en quién domina el relato colectivo.
Un llamado ético desde la vigilia
1984 presenta una visión sombría: vigilancia total que elimina la libertad individual. Nexus propone otro mapa del poder: redes simbólicas que definen identidad, valor y pertenencia. La idea del creador de N5 introduce una clave práctica: la IA solo será transformadora si está gobernada con criterios éticos y humanos, no como mero artefacto operativo.
Este triángulo —1984, Nexus y la mirada estratégica de N5— ofrece una panorámica enriquecedora:
1984 aporta la urgencia literaria del aviso.
Nexus ofrece un análisis sereno sobre la construcción simbólica del orden.
La tercera vision recuerda que la tecnología necesita propósito humano para liberar su poder transformador.
La inmunidad frente a la manipulación que puede ejercer la revolución de la IA dependerá de que nos hagamos algunas preguntas esenciales. ¿Quién la mpulsa? ¿Qué omite o protege?¿Qué efectos legitima o invisibiliza? O bien, de formular una pregunta crítica.
El acto de preguntar es el primer paso hacia la transparencia narrativa.
“En mi equipo”, cuenta Sofía López, “pensábamos que los algoritmos solo apoyaban decisiones financieras. Hasta que leí Nexus y volví sobre 1984. Entonces me animé a preguntar: ‘¿qué si la IA propone también oportunidades sociales, no solo riesgos?’ Esa sola pregunta generó una transformación institucional: comenzamos a medir impacto social, no solo eficiencia técnica.”
Este testimonio refleja lo que privilegian desde N5: la inteligencia artificial puede ser realmente poderosa si se dirige desde una perspectiva ética, empática y humana—no solo con métricas operativas.
Leer 1984 y Nexus, dialogar con la visión empática de algunos líderes en tecnología de punta y atreverse a formular preguntas difíciles no es solo un ejercicio intelectual: es un llamado a la acción consciente y cultural. La verdad institucional y tecnológica se defiende a través del cuestionamiento responsable y reflexivo