Conversación filtrada revela el rol de Boric en crisis por caso ProCultura: entre cercanías personales y control de daños político

El diálogo, registrado en una investigación fiscal, revela el intento del Mandatario por contener el daño político en plena crisis por el caso fundaciones.
viernes 09 de mayo de 2025

Una nueva arista se suma al caso de las fundaciones en Chile. Este viernes, se dio a conocer parte del contenido de una conversación privada entre el Presidente Gabriel Boric y la psiquiatra Josefina Huneeus, exesposa de Alberto Larraín —fundador de la cuestionada fundación ProCultura— y figura cercana al Mandatario.

El diálogo, que quedó registrado en el marco de interceptaciones telefónicas ordenadas por el Ministerio Público, revela una mezcla de preocupación personal y estrategias políticas ante la crisis de credibilidad generada por las irregularidades detectadas en convenios suscritos con el Estado.

El registro, publicado por T13, consta de nueve páginas que retratan un momento tenso, ocurrido en octubre de 2024, cuando la polémica sobre el uso de recursos públicos por parte de fundaciones privadas ya golpeaba con fuerza a La Moneda. En ese contexto, Boric intenta recabar información directamente de una fuente cercana a uno de los protagonistas del caso, mientras se desmarca de responsabilidades penales, aunque reconoce vínculos personales con Larraín.

Jamás haría algo ilegal”, asegura el Presidente en medio del diálogo, donde incluso admite haber revisado antiguos celulares para verificar si existían mensajes con el fundador de ProCultura. “Era cercano, no me voy a hacer el hueón con eso”, confiesa. La frase deja en evidencia que el Mandatario entendía que el costo político no se podía evitar, aunque confiaba en su integridad personal como barrera ante una eventual investigación judicial.

Uno de los puntos más delicados del diálogo es la confirmación de que Boric llegó a considerar a Larraín para cargos clave en su gobierno. “Lo pensé en algún momento para MIDESO y la Izkia me lo bloqueó”, dice, en alusión a la entonces ministra Izkia Siches. La propia Huneeus responde que la exministra la contactó para conocer su opinión sobre esa posibilidad y que ella fue honesta al compartir sus reparos, lo que habría influido en el veto.

Huneeus, por su parte, califica a Larraín como una “personalidad psicopática” y afirma que, aunque probablemente no cometió delitos penales graves, sí incurrió en comportamientos cuestionables desde el punto de vista ético. "No ha cometido delitos que lo vayan a llevar preso, no hay apropiación indebida, pero es un despelotado", dice, aludiendo a que el psicólogo utilizaba sistemas de mensajería que se autodestruían y mantenía un desorden en su archivo digital.

Este episodio no solo reabre cuestionamientos sobre los mecanismos de designación de autoridades y la relación del poder político con fundaciones privadas, sino que también revela cómo, en medio de la crisis, el Presidente Boric intentó ejercer un control de daños que hoy vuelve a la agenda pública.

Más allá de la legalidad, el caso desnuda una lógica de gobernanza donde la proximidad personal y las confianzas informales han influido en decisiones de alta sensibilidad pública. La pregunta es si, ante el avance de la investigación fiscal, estos antecedentes afectarán no solo la figura del Mandatario, sino también el relato ético sobre el que se ha sostenido su administración.

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