Justicia para Gabriela: A ocho años de su muerte sus agresores siguen en libertad
Hoy tras ochos años de la muerte de Gabriela Marín, sus autores desde este lamentable echo siguen en libertad, todo eso radica a lo que ha acontecido en estos últimos tiempos respecto a Martín Pradenas que fue acusado de abuso sexual por el caso de Antonia.
Hoy te contaremos otro caso que al perecer ya quedó en el pasado para justicia chilena.
El 7 de agosto de 2012, Gabriela salió de un cibercafé a las 21:30 horas: en ese momento un individuo la amenazo y la llevó hasta la línea férrea en el paseo peatonal de Tres Montes, en San Fernando. El hombre silbó y dos sujetos más aparecieron. Los atacantes le arrancaron la ropa, le tiraron violentamente el pelo, sacándole mechones enteros, y la golpearon en la cabeza con piedras sacadas de entre los rieles. Los delincuentes abusaron sexualmente de ella con gran brutalidad: más tarde, cuando recibió atención médica, varias piedras fueron extraidas desde su vagina. Los autores de la violación, tres veiteañeros escaparon del lugar pero terminaron detenidos por Carabineros.
Pese a que ella identificó a dos de los abusadores, quienes tenían antecedentes penales, fueron dejados en libertad por el tribunal al no encontrar pruebas suficientes. Un mes después, la angustia de saber que estaban sin cargos, sumada a la culpa de vivir con lo que le sucedió, llevaron a Gabriela a tomar una drástica decisión: se quitó la vida en la casa de su hermano, dejando solo notas dirigidas a sus cercanos en las que pedía perdón por ser “débil” y rogaba por justicia para su caso.
Justicia para Gabriela
Hoy a ocho años han pasado desde la trágica historia. Su hermano Juan Gabriel Marín dice que la sensación que lo invade hoy es de frustración. “Familiarmente, uno queda muy marcado por un hecho así. Nos sentimos desprotegidos, tambaleando hasta el día de hoy. Es muy difícil soportar el dolor a medida que pasan los años, aunque entiendo que mi hermana decidiera que no podía más”, señala.
Cuenta que los dos hijos de su hermana, Sofía y Nicolás, tienen hoy 8 y 5 años de edad, respectivamente, y viven con su padre y abuela en el sector de El Tambo (Región de O’Higgins). “Hace dos semanas fui al cumpleaños de uno de ellos y fue muy triste: estas fechas siempre están cargadas de dolor, porque ellos no tienen a su madre celebrando a su lado por culpa de tres enfermos”, relata.
Afirma que el juicio fue un proceso desgastante y triste para su familia, y que cuando mira hacia atrás lo invade la rabia. “Dos juicios orales fueron los que vivimos. Fuimos a la Corte de Apelaciones, tocamos puertas, incluso en su momento me derivaron con unos abogados ‘picantes’ del Centro de Apoyo a las Víctimas de San Fernando que no ayudaron en nada. Sólo me decían que si ellos hubieran tomado el caso todo habría distinto. ¿Y cómo me sentí yo? Tuve la percepción de que en este país están todos coludidos y que solo intentan que estos casos pasen bajo la mesa”, denuncia.
Hoy, los tres presuntos abusadores de Gabriela están libres y absueltos en ambos juicios que emprendió la familia. Dos de ellos, los que fueron identificados por la víctima, participaron en los procesos e incluso uno de ellos puso una orden de alejamiento contra Juan para protegerse de ser encarado.
El tercero fue encontrado gracias a que el mismo Juan contrató investigadores privados para hallarlo, e incluso consiguieron un “testigo clave” para incorporarlo al juicio. No obstante, rememora, “en un punto cuando la investigación está en proceso uno ya no puede ingresar más pru