La ética de IA: un desafío para evitar horrores del pasado.

Cuando la IA reproduce nuestras iniquidades

La IA se alimenta con los datos de nuestras sociedades. De allí el peligro de los sesgos que pueden dañar a muchos y debemos evitar.
miércoles 16 de julio de 2025

 

En la era de la inteligencia artificial (IA), los algoritmos se han convertido en árbitros invisibles que influyen en decisiones clave: desde la aprobación de créditos hasta la selección de candidatos para un empleo. Aunque se presentan como herramientas objetivas, estos sistemas pueden perpetuar y amplificar desigualdades sociales preexistentes, afectando desproporcionadamente a comunidades históricamente marginadas.

¿Qué son los sesgos algorítmicos?

Los sesgos algorítmicos surgen cuando los sistemas de IA, al ser entrenados con datos históricos, replican patrones discriminatorios presentes en la sociedad. Esto puede deberse a conjuntos de datos incompletos, decisiones de diseño o implementación sin considerar la diversidad. Por ejemplo, si un algoritmo de contratación se entrena con datos de empleados mayoritariamente masculinos, podría favorecer inconscientemente a candidatos hombres, excluyendo a mujeres igualmente calificadas.

Impactos indeseados:

El uso de algoritmos sesgados tiene consecuencias tangibles:

Justicia penal: Herramientas como COMPAS, utilizadas en EE. UU. para predecir la reincidencia criminal, han mostrado tasas de error más altas al evaluar a personas de color, clasificándolas sesgadamente como de "mayor riesgo" en comparación con personas de otras etnias. La inconveniencia de este fenómeno es una barbarie en un mundo que mayoritariamente respeta la diversidad. Reconocimiento facial: Investigaciones de Joy Buolamwini y Timnit Gebru revelaron que sistemas comerciales de reconocimiento facial tienen mayores tasas de error al identificar a personas de piel oscura, lo que puede llevar a arrestos injustificados y vigilancia desproporcionada.

Un racismo prehistórico de esta clase no puede permitirse en prácticas innovadoras como las de la IA.

Mercado laboral: Sistemas de IA utilizados en procesos de selección han discriminado a mujeres que tomaron licencias por maternidad, eliminándolas injustamente del proceso de contratación.

Mientras los países líderes en funcionamiento de las instituciones promueven licencias de años para madres de niños pequeños, resguardando así a las generaciones futuras, en otras, el embarazo o la simple posibilidad de que ocurra, alejan oportunidades laborales. Este sesgo es también inconcebible en el mundo moderno y constituye otra de las formas de los abusos contra la mujer.

Iniciativas para mitigar los sesgos

Diversas organizaciones y expertos trabajan para abordar estos desafíos:

Algorithmic Justice League: Fundada por Joy Buolamwini, busca exponer y mitigar los daños causados por la IA sesgada, promoviendo la equidad y la responsabilidad en el desarrollo tecnológico.

Herramientas de auditoría: Plataformas como AI Fairness 360 proporcionan métricas y algoritmos para detectar y corregir sesgos en modelos de IA, facilitando la creación de sistemas más justos.

Regulación y políticas públicas: Expertos como Safiya Noble abogan por marcos legales que regulen el uso de la IA, asegurando que no se perpetúen discriminaciones sistémicas.

En suma:

La inteligencia artificial tiene el potencial de transformar positivamente nuestras sociedades, pero solo si se desarrolla y aplica con conciencia y responsabilidad. Es esencial reconocer que los algoritmos no son inherentemente neutrales; reflejan las decisiones y valores de quienes los crean. Para avanzar hacia una sociedad más justa, debemos exigir transparencia, equidad y responsabilidad en cada etapa del ciclo de vida de la IA.

 Diego San Esteban, director de Negocios de N5, firma especializada en IA para banca y seguros, “He visto CEOs firmar estrategias enteras sin comprender que el modelo que las respalda fue entrenado con datos incompletos, sesgados o simplemente irrelevantes. No por negligencia, sino por comodidad...” LinkedIn+1LinkedIn+1

El desafío de quienes lideran esta transformación es garantizar que la tecnología sirva a todos por igual, sin replicar ni amplificar las desigualdades existentes.

Solo a través de un compromiso colectivo podremos construir sistemas de inteligencia artificial que realmente promuevan la justicia social.

 

 

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