2014-04-30

One Direction ya están en Chile y fanáticas ya cuentan las horas para el concierto en el Estadio Nacional

Mucha espera y poca paciencia, aglutinadas como si el concierto ya hubiese empezado y apretadas contra la primera fila: las horas pasaban lentas y frías ayer, afuera del hotel Sheraton San Cristóbal, donde un batallón de fanáticas se citó para dar la bienvenida a la banda británica One Direction, que esta noche ofrecerá el primero de sus dos conciertos en el Estadio Nacional.

Hasta anoche, la llegada del grupo se estimaba entre las primeras horas de la jornada y cerca de las 13.00, en dos aviones privados donde irán repartidos los integrantes de la agrupación. Entre gritos, cantos y lienzos, la impresión, sin embargo, era que los conciertos ya habían comenzado.

Carabineros calculaba que, alrededor de las 18.00, eran cerca de 500 personas haciendo la vigilia por los cantantes de What makes you beautiful, aunque ese cálculo no consideraba a la gente que ocupaba las calles cercanas a la Clínica Indisa. El fanatismo devenía en griterío cada vez que en la torre del hotel se movía una cortina, ingresaba una van o se asomaba alguna silueta, aunque supieran que la boy band aún no llegaba a Chile y menos a sus habitaciones.

Como consuelo, ahí estaban también los integrantes de la banda instrumental que acompaña a One Direction durante su Where we are tour, protagonistas de las pocas fotografías que las asociaciones de fanáticas subieron a sus redes durante el día. La edad de ellas se concentraba entre los 14 y 16 años -apenas una decena de padres soportaba el frío entre el grupo-, con los uniformes escolares imponiéndose entre las banderas británicas y los posters que ahí mismo se vendían.

Desde las 10.00, el costado del hotel cercano al cerro San Cristóbal comenzó a repletarse de directioners y recibió la mayor parte de su contingente durante la tarde, finalizada la jornada escolar. Bárbara (21 años), de Punta Arenas, llegó a Santiago cerca de las 17 horas, directo desde el aeropuerto, con el número grabado en la memoria. “Van 348 días desde que compré la entrada”, cuenta.

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